Tener miedo es una parte inevitable de ser humano. Cómo trabajar con, y incluso dar la bienvenida a, el miedo.
Todos tenemos miedo a veces. Debido a la pandemia actual de Covid-19, estamos haciendo frente al miedo con una mayor frecuencia e intensidad.
Aun si el miedo se muestra como inquietud sutil, ansiedad o pánico total, no es una sensación agradable. El miedo es un huésped no invitado e impopular en nuestra casa interior de emociones, destruyendo nuestra ilusión de tener la confianza y tranquilidad.
A pesar de la incomodidad de tener miedo, si conseguimos entender y trabajar con él, se convierte en nuestro protector y guía. Podemos aprender a vivir en paz con el miedo e incluso dar la bienvenida a su presencia en nuestras vidas.

El Propósito Del Miedo
El miedo es una de nuestras emociones más primitivas. Este sentimiento se origina en una parte esencial de nuestro subconsciente (la amígdala). La función del miedo es alertarnos de un peligro y provocar una reacción – luchar, huir, paralizarse.
El miedo es una herramienta de supervivencia destinada para empoderarnos y protegernos. Cuando el miedo está activado, tenemos una probabilidad más alta de defendernos. El tiempo se vuelve más lento, la adrenalina sube, nuestros sentidos se vuelven hipersensibles y nuestro ritmo cardíaco se dispara, inundando nuestros cuerpos con energía para hacer algo.
El miedo crea una energía destinada a hacer algo y luego desaparecer en cuanto el peligro ha sido resuelto. Por esto, los problemas surgen cuando no hemos sido capaces o no hemos querido solucionar el peligro y por lo tanto tenemos que vivir con la presencia continua del miedo no resuelto.
El miedo no resuelto nos limita. Por un lado, puede hacernos retroceder y vivir en un estado perpetuo de ansiedad y preocupación. Por otro lado, puede hacernos inseguros y agresivos, soltando nuestra ira en momentos inapropiados.
Esto significa que hay que aprender a reconocer la diferencia entre el miedo funcional que nos protege y el miedo no resuelto que nos limita para poder vivir en armonía con él.
Cómo El Miedo Nos Protege Y Nos Guia
“No tengas miedo de tus miedos. No están ahí para asustarte. Están ahí para hacerte saber que algo vale la pena”.
C. Joybell C.
El miedo en su estado natural nos protege. Es nuestro guardián personal, el cual vigila nuestro bienestar y lo que es importante para nosotros.
Sin miedo tendemos a tomar decisiones imprudentes y peligrosas. Al no tener miedo, tu ancestro habría tomado la decisión fatal de investigar aquel gruñido extraño, en vez de esconderse prudentemente detrás de un arbusto.
Además de protegernos, el miedo nos hace espabilar y nos guía a prestar atención en cosas que son verdaderamente cruciales. El miedo nos hace descartar lo trivial e innecesario y nos recuerda lo frágil y preciosa que es la vida.
Si has tenido un accidente grave, o un susto relacionado con la salud, seguro que te has sido repentinamente consciente de lo preciosa que es la vida. Y te preguntaste cómo habías podido malgastar tanto tiempo en cosas que no eran importantes.

Cuando El Miedo Nos Limite
“El hombre llega mucho más lejos para evitar lo que teme que para alcanzar lo que desea.”
Dan Brown
El miedo es una energía destinada a llamar la atención y provocar una reacción que resuelva un peligro. Cuando ignoramos el miedo, o no somos capaces o estamos dispuestos a actuar, el miedo no se puede disipar. A menos que el peligro se solucione por sí solo, el miedo persiste, proyectando una sombra sobre nosotros que afecta a nuestra tranquilidad, confianza y vitalidad.
Un tipo común de miedo que nos limita es el miedo a la pérdida. A menudo vivimos con el miedo de perder algo que consideramos importante – incluyendo la vida, la salud, la carrera, el dinero, el estatus, las relaciones, el amor y la aprobación. Lo triste de vivir con el miedo constante de perder algo es que perdamos la capacidad de disfrutar de ello.
Además, el miedo constante a menudo conduce a comportamientos perjudiciales y contraproducentes, que nos hacen daño a nosotros y a los demás. Por ejemplo, por el miedo al rechazo y “la pérdida” del amor, nos “protegemos” nuestros corazones cerrandolos al amor. Es como vivir en una casa vacía para evitar un robo.
El miedo es muy contagioso y se suele anteponer al pensamiento racional. El cuerpo se pone en modo de supervivencia, las partes primitivas del cerebro se activan y el foco está sólo en escapar o luchar. Por eso, es muy difícil razonar con una persona que está en un estado activo de miedo y de igual modo es difícil para nosotros tomar buenas decisiones en dicho estado. El miedo no resuelto nos impide de tomar buenas decisiones y nos hace actuar de maneras irracionales.
Mucha gente no admite ni siquiera reconocer el papel que el miedo tiene en su vida. Sin embargo, se puede percibir el impacto del miedo en las personas por su manera de actuar o tomar decisiones. El miedo subyace a cualquier elección o acción cuando rechazamos nuestra propia esencia o intentamos evitar la realidad.
La incapacidad o negativa de reconocer el miedo nos impide actuar para resolverlo. El miedo no resuelto nos previene de estar presentes en nuestras vidas, de ser nosotros mismos y de abrirnos a los demás.


Trabajar Con El Miedo
El miedo es una parte del ser humano, y nos guste o no, es nuestro compañero de por vida. Aunque sea tentador ignorar, reprimir o controlar el miedo, si en vez de esto decidimos trabajar con él, podemos sacar el máximo partido y aprender a vivir en armonía juntos.
Si tenemos en cuenta que el propósito del miedo es protegernos, podemos ver el miedo como un aliado, no un huésped no invitado.
Aquí hay 5 pasos claves para trabajar con el miedo.
1) Reconocer El Miedo
“Los miedos a los que no enfrentamos se convierten en nuestros límites.”
Robin Sharma
Para poder trabajar con el miedo, primero hay que reconocerlo. Esto es lo más fácil si notas señales obvias – sensaciones de ansiedad, temor etc.
Sin embargo, reconocer el miedo puede ser difícil puesto que funciona frecuentemente a nivel del subconsciente. Es decir, el miedo puede influir en nuestro comportamiento sin que seamos conscientes de ello.
Reconocer cuando actuamos por miedo requiere observar nuestro patrones de comportamiento. En particular, debemos examinar los patrones relacionados con evitar ciertos comportamientos o situaciones, así como las situaciones en las que tendemos a reaccionar de forma exagerada o insuficiente.
Ejemplos de patrones para examinar incluyen:
- Las Relaciones – ¿sueles evitar la intimidad o decirte que no necesitas a nadie? ¿Tienes relaciones no equilibradas?
- La carrera – ¿Sueles elegir la opción con menos riesgo? ¿Estás frustrado o infeliz a pesar de tener un “buen” trabajo?
- Interactuar con la gente – ¿Sueles evitar el conflicto e intentar complacer a la gente? ¿Encuentras difícil decir que “no”? ¿Sientes la necesidad de ocultar la persona que eres? ¿No puedes soportar opiniones que son diferentes a las tuyas?
- La incongruencia emocional – ¿Te sientes desconectado o no puedes explicar o controlar tus emociones, en particular la ira y la tristeza?
- Problemas de la salud – ¿Tienes problemas frecuentes con la tensión muscular, migrañas, los dolores de cabeza, o problemas con el estómago?
Una vez te das cuenta de un patrón de comportamiento, la honestidad es necesaria para explorar las razones subyacentes. La pregunta clave es – ¿Haces (o no haces) algo porque realmente lo quieres, o porque tienes miedo?
Debido a que tendemos a considerar el miedo como algo negativo, a menudo negamos su presencia y por ello creamos puntos ciegos que nos impiden reconocerlo. Creamos puntos ciegos a través de intelectualizar, minimizar, negar, proyectar y racionalizar nuestro miedo. La meditación y la perspectiva honesta de amigos, familia o un profesional puede ayudar a superar puntos ciegos.
2) Aceptar El Miedo
“No puedes dejar de tener miedo solo fingiendo que todo lo que te asusta no está ahí.”
Michael Marshall
Aceptar el miedo significa no minimizarlo, rechazarlo, controlarlo o negarlo. Intentar contarnos que no “deberíamos” tener miedo no hace que el miedo se vaya, en cambio nos hace gastar energía cuando no hacemos caso a lo que nuestros cuerpos experimentan y quieren comunicarnos.
En vez de luchar contra el miedo, aceptamos su existencia tal como es y nos permitimos sentir su presencia.
3) Separarse del Miedo
“El miedo tiene una gran sombra, pero él mismo es pequeño.”
Ruth Gendler
Como parte del proceso de permitimos sentir el miedo, necesitamos también mantener nuestra separación e independencia de él.
A no ser que estemos en un estado de pánico (cuando las partes racionales del cerebro se desactivan), separarnos significa poder experimentar el miedo sin que nos abrume. Reconocemos el miedo, pero entendemos que no nos define y podemos actuar a pesar de él. Somos más grandes que nuestros miedos.
El miedo refleja cómo te sientes en el momento, pero no indica tus limites ni la persona que eres. Los problemas surgen cuando nos identificamos con nuestros miedos y dejamos que ellos nos definan.
Por ejemplo, es normal tener miedo a hablar en público. Sin embargo, si como resultado evitamos hacerlo, acabamos identificándonos con nuestros miedos. Construimos un patrón de no hablar en público, y luego asimilamos el patrón como nuestra identidad.
Cuando hacemos frente al miedo a través de reconocer, aceptar y separarnos de él, muchas veces el miedo sube. Es como encender la luz para descubrir que la causa de una gran sombra es mucho más pequeña.


4) Entender El Miedo
“Tenemos el poder de observar profundamente nuestros miedos, y entonces el miedo no puede controlarnos.”
Thich Nhat Hanh
Para resolver el miedo, tenemos que entender lo que nos quiere comunicar. Lo invitamos para contarnos sobre el peligro del que está intentando protegernos. Miramos profundamente nuestros sentimientos de miedo y nos preguntamos cuáles son las razones subyacentes. Mantenemos una mente abierta, curiosa, compasiva e imparcial.
Entender el miedo requiere compasión y paciencia. El miedo es complejo y a veces no racional. A menudo aparece en capas que incluyen otras emociones, como cuando la ira o la tristeza cubre el miedo. Además, frecuentemente tenemos múltiples miedos relacionados y a veces contradictorios.
Por ejemplo, puede que tengamos miedo de perder nuestro trabajo y quedarnos sin dinero. Sin embargo, más allá de este capa del miedo, hay otro miedo aún más grande de que los demás nos juzgarían. Por otra lado, podemos tener miedos contradictorios, como cuando queremos algo y al mismo tiempo, tenemos miedo de tenerlo (e.j. el miedo de estar solo combinado con el miedo de ser vulnerable cuando estamos en pareja).
Entender los orígenes del miedo
Para entender el miedo, es útil reconocer que muchos de nuestros miedos más profundos reflejan respuestas pre-programadas a un peligro del pasado que ya no existe y no podemos recordar.
Nuestros miedos reflejan las creencias y experiencias del pasado. Cuando tenemos una experiencia traumática, la parte subconsciente del cerebro (amígdala) recuerda el sentimiento del miedo y lo asocia con la experiencia. Aunque podemos dejar de recordar la experiencia, si estamos “pasando” en el futuro por una experiencia similar, sentimos el miedo, aún si ya no es peligroso.
Muchas de nuestras experiencias aterradoras vienen de la niñez cuando éramos indefensos y dependíamos completamente de los demás. Aunque ya somos adultos con muchos más recursos, nuestras subconscientes siguen asociando ciertas experiencias con el miedo.
Por ejemplo, una niña que creció en una casa donde sus cuidadores a menudo estaban enfadados y le gritaban. La ira de un adulto a una niña indefensa es una experiencia aterradora y la niña puede aprender a asociar los gritos con el miedo. Como adulta, ella reacciona de manera exagerada cuando alguien le grita, porque provoca la experiencia de su niñez de estar desesperada y tener miedo.
Entender el origen de nuestros miedos y cómo han impactado nuestras vidas es un paso importante en conocernos mejor y madurar emocionalmente.
“Cuando notamos una conexión entre nuestros miedos actuales y sus orígenes en la vida temprana, estamos descubriendo qué parte de nuestra identidad está diseñada por el miedo. ¿Es el miedo el arquitecto de mi?”
David Richo

5) Responder al Miedo
“Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo.”
Nelson Mandela
El miedo nos hace bien como mensajero, pero no suele ser bueno a la hora de tomar decisiones. El miedo nos alerta de un supuesto peligro, pero tiende a favorecer una respuesta apurada de lucha, huida o paralización. Deberíamos escuchar al miedo, pero ser responsables de nuestras propias decisiones. Para hacer eso, necesitamos el coraje.
El coraje es la habilidad de tomar decisiones conscientes y pensadas, a pesar del miedo. El coraje es una práctica, y como cualquiera práctica se puede mejorar.
Encontrar el coraje en la calma
Para tomar una decisión bien pensada, tenemos que encontrar la calma. Podemos conseguir esto conectándonos al momento presente. Tomamos una pausa, respiramos hondo y nos preguntamos “¿Qué tengo que hacer ahora en este momento?”
Si el miedo tiene que ver con algo en el futuro, esta pregunta nos centramos en qué acción podemos tomar ahora. Si no hay nada que hacer en este momento, no tenemos nada de que tener miedo en este momento. Nos libramos de la necesidad de tomar una decisión precipitada por el miedo.
Cuando nos centramos en el momento presente, podemos revisar el peligro. Revisamos al mismo tiempo la importancia de lo que nuestro miedo intenta proteger y la necesidad de protección. Luego decidimos cuál es la mejor manera de responder.
Revisar el peligro
A veces el miedo tiene que ver con un peligro que no existe, con el que es poco realista o con el que no podemos hacer nada. En este caso, el miedo no nos ayuda, solo nos limita. Este tipo de miedo incluye:
- El miedo relacionado con un trauma o evento del pasado.
- El miedo relacionado con eventos posibles pero poco probables acerca de los que no tenemos ninguna razón válida como para creer que van a pasar.
- El miedo causado por las creencias rígidas y poco realistas (y a menudo inconscientes).
- Por ejemplo, una creencia que “Nunca puedo cometer un error porque todo el mundo pensará que soy estúpido”. Esto resulta en tener miedo constante a no ser perfecto.
- El miedo relacionado a los eventos que no podemos controlar – en particular, la incertidumbre y los cambios.
Cuando descubrimos la razón de nuestro miedo, tenemos la oportunidad de revisar lo que nuestro miedo quiere proteger. Puede que ya no sea algo que queramos intentar proteger.
Cuando el miedo no nos sirve, trabajamos para enfocar nuestra atención en lo que es verdaderamente importante – el poder estar presente y disfrutar de nuestras vidas. Practicamos reemplazar nuestros hábitos basados en el miedo por hábitos que nos permiten enfocarnos en lo importante.
La práctica del “mindfulness” y la meditación, apoyo de amigos o un terapeuta o coach pueden ayudar con esto.
“La gente que vive profundamente no tiene miedo a la muerte.”
Anais Nin
Responder al peligro
Si decidimos que algo es un peligro verdadero, las opciones que tenemos son mucho más amplias que luchar o huir. Las opciones incluyen buscar más información, pedir ayuda, negociar o resolver el peligro pacíficamente, y encontrar seguridad a través de la confianza en nosotros mismos. Consideramos todas nuestras opciones, junto con sus ventajas y desventajas.
Aumentar la confianza en nosotros mismos
A menudo el miedo viene de la falta de confianza en nosotros mismos. Pensamos que tenemos miedo a algo externo, pero la verdad es que nos falta la confianza en nuestra capacidad para cuidarnos y protegernos. ¿Si algo malo nos pasa, nos cuidamos o en cambio, nos culparemos y criticaremos?
Una de las mejores maneras de cuidarnos y protegernos, particularmente en relaciones, es a través de poner límites. Cuanto más podamos confiar en nuestra capacidad de poner límites, más podremos confiar en nosotros mismos y en los demás.
Si tenemos miedo porque nos falta confianza en nuestras capacidades, una manera de aumentarla es por “hacer”. O sea, si tienes miedo a hacer algo, hazlo de todos modos, y así generas confianza haciéndolo.
“Que sientas miedo no significa que no lo puedas hacer. Hazlo con miedo.”
Joyce Meyer
Tomar Decisiones Que Nos Asustan
“El miedo llamó a la puerta. El amor respondió y allí no había nadie.”
Wayne Dyer
El miedo requiere que tomemos una decisión. Cuando tenemos miedo, puede que elijamos lo que parezca la opción más “segura”, o que no hagamos nada (que también es una elección). Esto resulta en elecciones que no son las mejores para nosotros a largo plazo.
Para tomar una decisión cuando tenemos miedo, podemos preguntarnos “¿Estoy tomando esta decisión por amor, o por el miedo?”. Las elecciones por amor están basadas en conseguir cosas que deseamos. La elecciones por el miedo están basadas en evitar cosas que no queremos.
Para tomar la mejor decisión, usamos el coraje. La palabra “coraje” viene de la palabra latín “cor” que significaba “corazón“. Usamos el coraje para tomar decisiones alineadas con nuestros corazones.
Convivir Con El Miedo
“Todo lo que quieres está del otro lado del miedo.”
Jack Canfield
El miedo es nuestro guardián emocional vigilando y protegiendo lo que es importante para nosotros. Cuando el miedo alza para bloquear nuestro camino, nos pide que miremos detrás de él para reconocer lo que está protegiendo y por qué. Nos da la oportunidad de revisar la importancia de lo que el miedo quiere proteger y decidir si todavía necesita esta protección.
Si usamos el miedo como un guía para indicar lo que consideramos importante, pero no permitimos que tome decisiones por nosotros, podemos tomar mejores decisiones y descartar lo que no nos sirve. Podemos aprender a estar cómodo con el miedo, y a través del coraje, encontrar el camino que nos alinee con nuestros deseos verdaderos del corazón. 💛