Como resultado de la presión causada por las expectativas de los demás, a menudo nos encontramos siendo actores en nuestras propias vidas. Hablemos de cómo diferenciar entre actuar y ser nuestros auténticos seres.
“El mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres son meros actores.”
William Shakespeare
Si el mundo es un escenario, en la obra titulado “Tu Vida“, la pregunta es – ¿eres el director o sólo un actor que sigue un guión escrito por otros?
¿Quién Eres?
Creamos un sentido de identidad basado en la creencia de “Quién soy“. Nuestra creencia se forma desde la niñez, incorporando nuestras características inherentes, nuestras experiencias vitales e influencias de amigos, familia, conocidos y de la sociedad. Por ejemplo, una persona puede creerse “inteligente”, basándose en sus genes (CI), experiencias personales (buenas notas en el colegio), e influencias externas (sus padres le dicen “Qué lista eres.”)
Un sentido de identidad nos da seguridad para navegar por el mundo e interactuar con otros. Podemos contar un chiste con la seguridad de que somos “graciosos” o dirigir una reunión creyendo que somos “capaces”.
Nuestro sentido de identidad puede componerse de distintos aspectos y podemos elegir exhibir algunos de ellos dependiendo de la situación en la que nos encontremos. Tal vez seas la amiga extrovertida y habladora cuando estás con tu grupo social, la abogado asertiva y confiada cuando estás en el bufete, la hija complaciente y amable cuando estás con tus padres, pero la madre estresada y gritona cuando estás sola con tus hijos.
Sin embargo, a menudo pasamos de exhibir distintos aspectos de nuestra identidad a interpretar roles falsos y esconder las partes de nosotros que no nos gusten. En muchos sentidos, somos sólo actores en nuestras vidas.


Actores En Nuestras Vidas
Aquí destacaremos tres maneras principales a través de las cuales nos convertimos en actores en nuestras vidas.
1) Representar Un Papel
Cuando representamos un papel, tomamos una característica de personalidad y la convertimos en una seña de nuestra identidad. Solemos elegir papeles para (i) conseguir aprobación, validación, reconocimiento o amor; o (ii) evitar el rechazo.
Por ejemplo, alguien puede ser naturalmente atento. Después de recibir aprobación por ayudar a los demás, amplía esta parte de su personalidad hasta un extremo, tomando un papel salvador que constantemente salva a otros.
El problema con restringirse a roles fijos es que dejamos de ser nuestros auténticos seres y nos quedamos atrapados en patrones fijos de conducta, aun cuando no es sano para nosotros o para otros.
Por ejemplo, un salvador se enfoca tanto en ayudar a los demás que no atiende a sus propias necesidades. Por “ayudar” sin límites, aunque le hace sentir “buena persona”, en realidad, apoya a otros a seguir con malos hábitos. Al resolver los problemas de otros, no deja que estas personas sean responsables de sus propios problemas y experimentar las consecuencias de su comportamiento y decisiones.
Otros ejemplos de papeles comunes:
- Perfeccionista: hace todo perfecto, pensando que así ganará la aprobación de los demás y esconderá lo imperfecto que se siente
- Critico: critica constantemente a los demás, para sentirse superior
- Complaciente (blandengue): hace todo lo posible para complacer a la gente, para ganar su aprobación
- Víctima: niega sus propias habilidades y responsabilidades por sí mismo, para poder echar la culpa a los demás cuando las cosas no salen bien
- Tipo duro: cree que no necesita nada o a nadie, así que no se siente vulnerable
A menudo representamos un papel a través de buscar a otros que representan papeles complementarios. Por ejemplo, una victima busca (a menudo inconscientemente) a un salvador. La víctima que no quiere hacerse cargo de sus problemas tiene al salvador para solucionarlos por ella. Por lo tanto, la víctima puede seguir sintiéndose desamparada y el salvador puede sentirse útil.
La realidad es que todos tenemos identidades multifacéticas y no podemos definirnos a través de roles fijos. Además, para sentirnos verdaderamente conectado con otros, necesitamos sentir ser vistos y aceptados tal como somos. No puede haber conexión auténtica si no somos nuestros seres auténticos.

2) Nuestras Sombras
“La plenitud no se logra cortando una parte del propio ser, sino integrando los contrarios.”
Carl G. Jung
Al buscar la manera de definirnos a través de nuestro concepto de “Quién soy“, también creamos un concepto de “Quién no soy” o “Quién no quiero (parecer) ser“.
Cuando intentamos definirnos estrictamente, acabamos rechazando las partes de nosotros que no encajan en nuestra definición. Intentamos ocultar estas partes rechazadas, mandandolas a las “sombras”. Allí se quedan en la oscuridad y surgen de vez en cuando para avergonzarnos o asustarnos en momentos inoportunos.* Como el día cuando tu compañero “tranquilo” de repente pierde sus papeles sin razón, revelando la ira que había estado negando.
Requiere mucha energía reprimir y ocultar partes de nosotros. Además, a menudo acabamos proyectando nuestras partes rechazadas sobre los demás. Los aspectos de los demás que más te provocan admiración u odio suelen reflejar aspectos de ti mismo que no quieres reconocer. Por ejemplo, cuando tu amiga “desinteresada” tiene una ira inexplicable hacia la gente “egoísta” porque no quiere reconocer su propia parte egoísta.
Para ser nuestros seres auténticos e integrados, tenemos que aceptar todas nuestras partes, tanto las buenas como las malas.


*El concepto de la “sombra” fue usado por Carl Jung para representar la personalidad oculta que tiene todos.
3. Las Máscaras Que Llevamos
“Cuando llevas una máscara tanto tiempo, te olvidas de quién eras debajo de ella.”
Alan Moore
Además de repudiar partes de nosotros, ocultamos nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos. A veces, esto es una parte necesaria de la cortesía, como para no avergonzar a alguien por lo que realmente pensamos de sus nuevos pantalones. Otras veces es cuestión de nuestro derecho a la privacidad y a no tener que exponernos si no queremos.
Sin embargo, hay una diferencia entre la cortesía o privacidad y no ser auténtico. Si constantemente ocultamos nuestras opiniones y sentimientos para encajar con nuestros iguales, no estamos siendo nuestros verdaderos yos.
Ser auténtico significa poder expresar nuestros pensamientos y sentimientos a pesar de lo que piensen los demás. También significa poder aceptar los pensamientos y sentimientos de los demás, aunque no estemos de acuerdo.

Ser Auténtico
El telón está bajando al final de la obra “Tu Vida.” Das un paso hacia adelante para recibir los aplausos del auditorio. Piensas “Lo he clavado este rol“. Deberías estar feliz pero no lo sientes. Tienes un vacío por dentro y aun cuando das otro paso hacia adelante para recibir un ramo de flores y escuchas el sonido de alguien abriendo una botella de champán, no sientes alegría. En lugar de eso, te preguntas “Pero cuando tendré la oportunidad para ser yo?”. Mientras te preguntas esto, las luces se apagan sobre las butacas ya vacías y la obra llega a su fin.
Sólo tienes una oportunidad para representar el rol en la obra “Tu Vida“. Es tu elección cómo quieres hacerlo. Puede ser más fácil y cómodo representar un rol que te da aprobación de los demás. Puede ser lo correcto para ti. Sin embargo, vale la pena considerar que en cambio podrías descubrir la libertad de quitarte la máscara y ser tú mismo sin representar un rol. Único, imperfecto e integrado.
A lo mejor, el auditorio sería más pequeño y perderías reseñas del NY Times. Sin embargo, sería un auditorio que vendría para verte por la persona que realmente eres. Y estaría allí a pesar de líneas olvidadas, problemas técnicos, fallos de vestuario y tus caídas en el escenario. Para reirse, llorar y aplaudir contigo. Por ti.
Si decides dirigir tu propia obra a tu manera, no necesitas un guión. Solo tienes que aprender a escuchar y confiar en tu corazón.
Nunca es tarde para empezar a ser tú mismo.
“El yo auténtico es el alma hecha visible.”
Sarah Ban Breathnach